Nos ha llegado este maravilloso artículo de nuestra amiga y colaboradora Belén D. Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Salud y STOP VACUNAS.
«Soy solo una persona que busca la Verdad, que se mueve en los grupos de la llamada disidencia en busca de información que me ayude a colocar las piezas del puzzle en el lugar correcto para andar con más seguridad por la vida y tomar mejores decisiones.
Digo que busco la Verdad porque es obvio para todos nosotros que la que nos venden es falsa.
Un virus salió de un pangolín con la intención de conquistar el mundo e infectar al mayor número de personas posible. Hemos conseguido frenarlo con estas fantásticas neo-vacunas. Durante esta crisis hemos aprendido que debemos cambiar nuestra forma de vida y establecer un nuevo orden mundial que nos permita ganarle la partida a la naturaleza y prosperar como humanidad. Punto y final.
Cualquiera que dude de nuestros argumentos y se resista a nuestra nueva normalidad es un negacionista y un insolidario peligroso.
Hay que reconocer que el mensaje es lo bastante simple y coherente (bajo su propia lógica, claro) para atraer a la mente-masa, poco dispuesta y/o preparada para la reflexión, la crítica y la investigación.
Una fábula infantil que hasta un niño de cuatro años puede entender.
Pero a algunos ya se nos cayeron los dientes de leche hace tiempo y nos gusta masticar la información. Nos produce arcadas la papilla pseudo-informativa que los medios masivos nos escupen a la cara a diario, aunque entendemos que para la mayoría esta historia inverosímil sea de fácil digestión.
Total, solo hay que creer, asentir y hacer caso de papá y mamá.
Sí señores, la verdad monolítica del sistema es la puta pastilla azul. Por suerte, de los que estáis leyendo esto creo que no se la ha tomado nadie.
Pero no elegir la pastilla azul no basta, porque la roja todavía no está inventada.
Esa Verdad que buscamos- ocultada, silenciada, manipulada, coartada, censurada, prohibida y desfigurada durante siglos- no cabe en ningún documental.
Tampoco en en ningún libro, artículo o directos de twitch concreto.
Por eso considero que estar “despierto” no equivale a tener la Verdad, pero sí a manejar la información de forma responsable para evitar que nos engañen.
Si hubiese sabido que el resultado del documental TBRM iba a ser el que ha sido no hubiera participado en el crowdfounding. Mis expectativas se han desinflado como un suflé de mantequilla.
¿Por qué?
Porque en la primera parte repite las obviedades que cualquier persona con un mínimo de sentido común y curiosidad (disidente o no) ya podría comprobar con unas pocas búsquedas en internet.
Porque lo que aporta de “novedoso” es un compendio de fantasías y teorías de dudosa procedencia y fiabilidad.
Porque deja fuera a una parte de los que cedieron su tiempo para ser entrevistados sin ni siquiera una mención, lo que me hace sospechar de un exceso de guionización, además de parecerme poco ético y profesional.
Porque mi primera pregunta ante cualquier nueva información que me llega es ¿quién está detrás de esto? Y encontrarme como única respuesta la vigesimosexta letra del alfabeto no me da ninguna confianza. Quizás sea ya vox populi en algunos foros quién es el misterioso W, pero yo todavía no me he enterado.
No se entiende tampoco porqué no aparece algún representante de la nueva biología o de la nueva medicina germánica, porque la vieja teoría del contagio y la infección vírica es, sin duda, la madre del cordero en toda esta historia. Entender que “somos bacterias y virus” o la cuarta ley biológica descubierta por Hamer sería la pastilla roja definitiva. Por eso sorprende la omisión, en un documental de esa amplitud, de los pocos colectivos que en estos dos últimos años han demostrado más preparación, coherencia y seriedad que cualquier otro.
Amén de una ausencia total de interés particular en el asunto.
Después de leer el artículo firmado por Carme Jiménez Huertas y Alicia Ninou me pregunto si el dinero recaudado para llevar a cabo el documental ha servido más para crear confusión e impotencia entre los disidentes del oficialismo que para lo que se supone que fue concebido.
Lo que sí tengo claro es que el guión parece escrito para el mismo tipo de público infantilizado e impresionable al que se dirige el cártel globalista. A ese tipo de personas que buscan desesperadamente la pastilla roja, porque necesitan llegar a la verdad por el camino más fácil y rápido.
¿Nos estamos dando un tiro en el pie apoyando y difundiendo todo lo que se presenta como disidencia sin pasarlo antes por un filtro de calidad y dejarlo reposar el tiempo suficiente?
Después de estos dos años he aprendido a confiar más en mi intuición que en cualquier espectáculo de fuegos artificiales. Observo y dejo que hablen mis tripas. Y ya hace muchos meses que TBRM dejó de interesarme.
Quizás nos frustramos ante la idea de que la unión hace la fuerza, pero por mucha fuerza que sumemos nunca seremos más que ellos. Y aunque así fuera, ya deberíamos saber que ahí no está la solución definitiva.
Estos son más bien tiempos de consciencia, de medirnos y superarnos en lo personal y en lo interior. Y esos cambios invisibles en cada uno de nosotros son los que de verdad suman a nuestra causa en el largo plazo.
No nos queda otra que buscar nuestro propio camino hacia la Verdad, personal e intransferible. Y dejarnos ya de unicornios alados y disidencias unidas. A mí me gusta que en territorio disidente haya pluralidad, matices y debate.
Precisamente lo que no encontraremos nunca afuera.
Acepto que inevitablemente la polémica puede surgir en este escenario, pero es gracias a ella que podemos ir afinando el olfato y retando nuestras propias creencias, si admitimos además que hemos adoptado algunas por pura necesidad y urgencia, para no sentirnos tan huérfanos, solos y perdidos.
Dejemos ya de rasgarnos las vestiduras y de tomarnos todo a personal.
Hagamos que la crítica aporte, que para eso existe.
Para terminar, no voy a evaluar el ego de nadie porque la única forma de hacerlo es desde el mío propio. Cada cual sabrá cómo de recta (o de torcida) es la intención que pone en lo que hace. Pero si diré algo en favor de Alicia Ninou, porque tengo el placer y el honor de conocerla personalmente.
Todos sabemos cómo se alimenta nuestro ego y alguien que lleva veinticinco años dedicándose en cuerpo y alma a la búsqueda de la Verdad sin recibir ni un solo euro para su bolsillo ni el reconocimiento público que merece no tiene que justificarse ante nadie, y menos en el ejercicio de su propia profesión.
Algunos confunden ego con carácter, pero los hechos hablan siempre más alto que las palabras. Y el tiempo pone, antes o después, a cada cual en su lugar.»
Belén D.
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